Apiádate de mí, amargura.
Ten piedad de mi locura,
pues la amo más que a mi vida
y sin ella mi muerte es segura.
Apiádate de mí, fracaso.
Sé indulgente, error, y si acaso
urde un castigo a mi torpeza.
Y a mi presunción, si es que hay caso.
Pero no me silencies, tortura,
de los que como yo de ella vivimos.
Su nombre es música, ternura,
y sin ella los locos morimos.
Txus di Fillatio
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